Programador de la vieja escuela, con obsesión enfermiza por la optimización de memoria y tiempo de proceso. Posee una habilidad innata para esquivar las peticiones de game design que no le convencen con un «si eso, ya lo vamos viendo…». Incansable cuando se pone a trabajar, y cuando se pone a tomar cervezas.

Tiene un talento natural para componer melodías que no abandonarán tu cabeza nunca jamás. Leyenda de la música chiptune, con tropecientos proyectos a sus espaldas en multitud de sistemas. Le cuesta entrar en el mood creativo, generalmente, nunca antes de la recta final de los proyectos, provocando el ya habitual brote de ansiedad al resto del equipo.

Tiene buena mano haciendo dibujos con puntos de esos de colores. No llega a comprender del todo qué es un sistema de 8-bits, por lo que sus propuestas de game play son siempre muy exigentes y vuelve al programador medio loco… Hay que ocultarle la memoria disponible para que los proyectos puedan tener fin.

Dice que diseña y programa… Y, aunque seguramente no haga bien ninguna de las dos cosas, el chiquillo se divierte. Padece un severo TOC con los temas relacionados con la documentación de los proyectos. Tiene ojo clínico para detectar cualquier imperfección y tocar las narices al resto del equipo.